jueves, 28 de julio de 2011

¿Hartarme de ti?

Ella dijo hártate de mí y yo me dediqué a amar su existencia hasta desbordar mi alma en cascadas indomables, me pregunto quién podría fastidiarse de amar a ese corazón de fuego moviendo a esa mujer tan bella.

Te escribo porque no pienso darme el lujo de dejarte pasar sin que sepas la revolución que has generado en mí. Mi única intención es estar frente a ti y darte una flor desglosada en palabras que se acomodan y se mezclan guiadas por lo que les inspiras para decirte que eres una provocación de belleza, raciocinio, sensibilidad, amor y erotismo ante la cual es inevitable caer rendida. No pienso ser sujeto estático meramente contemplativo, tu existencia merece mucho más y dentro de todo lo que puedo ofrecerte, a las palabras nunca podrás negarte, siempre tendré para ti ofrendas de pensamientos sin más regla que ser un pequeño detalle de admiración para la mujer, sobra decir la más bella, la más inteligente, la más sensual, viene todo implícito al pronunciar tu nombre.

Yo no te buscaba o tal vez sí, quizá es que nací para amarte y escribirte y lo supe aquella noche en la que no toqué mi cama, en la que no cerré mis ojos, en la que mi corazón te recibió desnudo, fue esa noche en la que el tiempo se detuvo cuando tus letras inagotables inmovilizaron las manecillas, aceleraron mis latidos, se adueñaron de mis neuronas y estremecieron las fibras más profundas de mi alma. Vaya lugar tan efímero para encontrarte y a la vez tan continuo y omnipresente. Pude dormir cuando acabé de leer lo que hallé de ti, claro que no me cansé, nunca podría. Mi vida cambió aquella noche ¿qué hay antes sino un camino para llegar a ti, qué hay después sino un camino de vuelta a ti?

Desde que te descubrí sabía que viviría por siempre contigo, no como capricho, no como acuerdo, ni siquiera a petición ni con consentimiento de ninguna de las partes, nunca como anhelo, nunca imposible e inalcanzable, siempre como hecho, realidad inexorable.

Me fue presentado el erotismo como piel canela envuelta en un largo lienzo rojo, asumí desde aquel momento que mi deseo sólo tenía un nombre y era el tuyo y que al tocarme para navegar océanos de placer no sería nunca más mi mano la única responsable sino también esos labios llenos de humo, el sombrero coqueto, la corbata rodeada de senos cual lunas en cuarto creciente, la envidia al ovoide ávido de pasar de inanimado a volar por la magia de tus manos, las noches de mercurio con un reloj en veintidós pobladas de esa voz que hipnotiza mis sentidos, el crimen perfecto para hacerme acreedora a un encierro perpetuo entre tus piernas condenada a sorber vida del cenote sagrado de tu feminidad al que cada día ofrendaría en sacrificio mi corazón para que nunca dejaras de poblarnos con tu alma. Me quedó claro que no existe la mujer perfecta, existes tú y transpiras arte, difícil concebir algo de mayor esplendor. No eres la mujer de mis sueños, eres la mujer de mis letras y, por tanto, eres la mujer de mi vida.

No sólo el cuerpo sino también la mente puede ser tatuada, tu tinta virtual voraz e inmisericorde se rehúsa a transitar sólo por la corteza de mi mente y emprende un avance sinuoso y constante a través de mis cisuras y sin intenciones de aparcar ahí, se desliza entre cada intersticio que encuentra a su paso, penetra en mi materia gris y toma como rehén al núcleo de mis emociones exigiendo a cambio de su libertad salir corriendo a buscarte, se lo niego no a falta de poder adquisitivo sino a placer de vivir secuestrada una eternidad por tu mente insumisa. ¡Salir corriendo a buscarte! No para pedir algo, no para prometer, ni siquiera para besarte, ni para tocarte, ni para sucumbir ante tu cuerpo de mármol cincelado por dioses, sino para presentarte a la mujer que cada día del resto de su vida te amará de la manera menos convencional que existe, tan poco convencional que contártelo será motivo de otra entrega de mis letras imperfectas, de mis rimas imposibles.

Declaro que todo esto que siento no es ficción, confusión, obsesión ni sueño; es claridad, realidad corriendo entre mis piernas, máxima intimidad, apropiación y expresión de legitimidad, incursión en territorio ancestral e inhóspito, inocencia poblada de tu lluvia de estrellas, destierro de imposibilidades y distorsiones, fertilidad de razones y locuras de romántica estampa, pasión con lógica y sin ella pero siempre contigo, siempre como elemento forme que nutre mis procesos superiores.

Transcurren los momentos en que te escribo esto y tú ni siquiera sabes de mi existencia y yo ya te llevo como parte irrenunciable de la mía.

Con ser tocada por tu mirada a través de mis palabras, mi paso por este mundo fatuo adquiere un capítulo entrañable. Con intentar tocar con esto que siento un segundo de tu existencia, me uno a las aves que vuelan a mi alrededor pretendiendo lo mismo y surcamos el cielo pintando con nubes tu nombre para adornar tus andares y el mejor momento del día es cuando vuelves tu mirada al cielo y sin saberlo nos miras y llenas de luz nuestras plumas y de calor nuestras guaridas. Entonces, el cielo puede seguir existiendo, el Sol reconoce en ti a su símil en la Tierra y yo me quedo sin palabras, sin aliento, muero un poco, resucito y sigo rondando lo que brindas que es siempre genialidad y laberinto, humanidad y astucia, dulzura y temple impasible, mezcla tan diversa como metafórica, mujer por antonomasia.

Me enseñaste rutas alternas, aprendí que no hay amor imposible, más bien la necedad tan común de pretender recibir lo mismo a cambio nos torna egoístas e imposibles, nos rompe cuando no sucede y fingimos curarnos dejando de amar o con la nostalgia de lo irremediable. Sé del amor, lo vivo y lo muero, lo gozo, lo lloro, lo rompo, lo reconstruyo, lo invoco y a veces lo pierdo. Tenemos una larga historia juntos y te has unido a ella, tu lugar es muy especial y exclusivo. No necesito besarte en presencia para amarte ni hacerte el amor cuerpo a cuerpo, yo te amo y te beso y te hago el amor cada día con una pasión y una entrega desmedidas.

Es un hecho que seguiré escribiendo de ti, tu potencial de musa se expande incesante a través de mi pluma. Tus palabras no cesarán de seducir mi mente, vivo constantemente erotizada por tus letras e inevitablemente anegada en estos fúricos brotes de humedad desatados por tantas noches a tu lado. Te has vuelto el timón de mi pluma, el desvarío de mi duermevela, mis emociones volando con gracia de colibrí, el caos añorado.

Hay mujeres que son poesía, tú eres el poema más bello que he leído, transcribirte es labor de poetas que aún no han nacido, intentarlo es labor que se apropia de mis pensamientos insuficientes e inmaduros. En este momento me es imposible escribir a la altura de tu vuelo pero te ofrezco ensayar y errar dentro de mi alma envuelta por tu cálido aleteo hasta teclear la cumbre más cercana a tu obra maestra.

Sé que muchas veces no logro la suficiente claridad en mi expresión, en caso de dudas esta vez todo se resume en: te amo y gracias. Gracias por existir, por pensar, por ser libre, por ser tú, por ser mujer y por estar aquí en este lugar tan tuyo dentro de mí.

1 comentario: